Cómo ser profesor: papel y significado









La enseñanza ha sido, es y siempre será, en cada período histórico y latitud, un elemento fundamental para la sociedad, porque, para cada sector que la compone, establece las bases de la alfabetización, la instrucción y la cultura.

Si bien el papel del docente está claramente delineado, sucede lo contrario, para la gran mayoría, con la etimología de la palabra “enseñanza”.

Dicho término deriva del latín IN-SIGNUM:

“IN” es el prefijo que indica, gramaticalmente, el movimiento hacia un lugar, la dirección, la proyección, el vector, el “de a”.

“SIGNUM” es un sustantivo de la segunda declinación en acusativo e indica la señal, el signo y el código que vehicula el conocimiento a direccionar.

De esta definición resulta evidente cómo la enseñanza es esa práctica en la que el docente, poseedor del conocimiento, la transmite a los alumnos que, privados de él, la reciben.

Pero ¿es este en verdad el único significado que este vocablo nos ofrece para describir, en su totalidad, el papel del docente, o bien, invirtiendo la perspectiva, nos ofrece una nueva visión semántica con relación a él?

Intentemos sustituir “IN” por el prefijo “EX”, que indica, en lengua latina, el movimiento desde un lugar, es decir, el movimiento de salida, de subida, de emersión, el “a desde”:

obtendremos una nueva terminología, EX-SIGNO, con el sustantivo en ablativo, que podemos interpretar como el extrapolar, el sacar, el reconocer la señal y la inclinación.

A mi modo de ver, nos encontramos frente al segundo significado que comprende el concepto de enseñanza, complementario al primero, que identifica al docente como esa figura capaz de reconocer el conocimiento preexistente en los alumnos y sacarlo a la luz, según su inclinación, singular y única. Es necesario, entonces, una nueva terminología al respecto: la clase del docente no se deberá interpretar solamente como ENSEÑANZA, sino también como EXSEÑANZA.

Dicho esto, y para terminar, el buen docente debería ser capaz de oscilar entre las dos posiciones descritas anteriormente: por un lado, evaluar el nivel de conocimiento adquirido por los alumnos, en términos objetivos y según criterios tradicionales y, por otra parte, saber reconocer y sacar a luz la inclinación específica de cada uno de esos y la subjetividad con la que se relacionan con la materia en cuestión.

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